¿Estás pensando en comprar una vivienda, pero no sabes si elegir una de obra nueva o una casa antigua para reformar? Esta es una decisión importante que puede afectar a tu calidad de vida y a tu economía. Por eso, en este post te vamos a explicar los pros y contras de cada opción, y te daremos algunos consejos para que sepas cómo evaluar si merece la pena comprar una casa para reformar.
Pros y contras de comprar una vivienda de obra nueva
Comprar una vivienda de obra nueva tiene varias ventajas, como:
– Disfrutar de una casa a estrenar, con las últimas calidades y prestaciones.
– Ahorrar en gastos de mantenimiento y reparaciones, al menos durante los primeros años.
– Contar con garantías legales y técnicas por parte del promotor o constructor.
– Acceder a ayudas y subvenciones para la compra de vivienda protegida o de eficiencia energética.
– Elegir la distribución, los acabados y los detalles de la vivienda, si se compra sobre plano o en construcción.
Sin embargo, también hay algunos inconvenientes, como:
– Pagar un precio más alto que el de una vivienda usada, debido a la mayor demanda y al IVA del 10%.
– Esperar más tiempo para entrar a vivir, si la vivienda no está terminada o entregada.
– Asumir el riesgo de que la obra se retrase, se paralice o no se ajuste a lo pactado.
– Depender de la oferta limitada y la ubicación de las promociones de obra nueva, que suelen estar en zonas periféricas o alejadas del centro.
Pros y contras de comprar una casa antigua para reformar
Comprar una casa antigua para reformar también tiene sus ventajas, como:
– Pagar un precio más bajo que el de una vivienda nueva o reformada, lo que permite ahorrar o invertir en la reforma.
– Negociar un mayor margen de rebaja con el vendedor, al tratarse de una vivienda con menor demanda y más defectos.
– Personalizar la vivienda a tu gusto y necesidades, adaptándola a tu estilo y preferencias.
– Aprovechar el encanto y el carácter de las casas antiguas, que suelen tener más espacio, luz y elementos originales.
– Ubicarte en zonas consolidadas y céntricas, con más servicios y mejor comunicación.
No obstante, también hay que tener en cuenta los posibles inconvenientes, como:
– Invertir tiempo y dinero en la reforma, que puede ser parcial o integral según el estado de la vivienda.
– Enfrentarse a imprevistos, problemas o sobrecostes durante la obra, que pueden alargar los plazos y aumentar el presupuesto.
– Solicitar permisos, licencias y certificados para realizar la reforma, cumpliendo con la normativa vigente.
– Pagar impuestos más altos que los de una vivienda nueva, como el ITP (entre el 6% y el 10%) o el AJD (entre el 0,5% y el 1,5%).
– Renunciar a las garantías, ayudas y ventajas fiscales que ofrecen las viviendas nuevas o protegidas.